FASCITIS PLANTAR

Es una banda de tejido gruesa que cubre los huesos en la base del pie, y se extiende desde el talón hasta los huesos del pie, actuando como una banda para crear la tensión que mantiene el arco del mismo. Si esta banda es larga, ésta permite que el arco del pie sea bajo, lo cual se conoce más comúnmente como pie plano, mientras que una banda de tejido corta produce un arco alto. Cuando este tejido se inflama, se denomina fascitis plantar, siendo doloroso a la hora de caminar.

La fascitis plantar es la causa más común de dolor a nivel del talón, siendo responsable de aproximadamente del 80% de los casos sintomáticos. Se estima que aproximadamente una de cada 10 personas pueden sufrir en algún momento de su vida una talalgia. Aproximadamente el 50% de los pacientes con talalgia tendrán un espolón calcáneo, aunque hoy en día se acepta que los espolones calcáneos pueden acompañar a la fascitis plantar, pero no son causa de la misma.

 Tiene como función principal el mantener la integridad del arco de la planta del pie mediante la tensión que ejerce sobre los extremos de este, formando la curvatura longitudinal de la bóveda plantar. Aunque desempeña varias funciones, entre las que encontramos, la restricción de la movilidad tangencial de la piel, proporciona unión con la piel, ofrece contención a los músculos plantares dotándolos de capacidad para acomodar las fuerzas que reciben y desarrollan; protegen de compresión excesiva a los vasos plantares y digitales, y facilitar el retorno venoso. 

La biomecánica del tobillo y del pie está diseñada para absorber y dirigir la fuerza que ocurre como resultado del apoyo del talón de la planta del pie. A medida que se doblan los dedos se van extendiendo la aponeurosis y se estabiliza el arco longitudinal. La aponeurosis plantar es una pieza más en la cadena cinética posterior que forman el tríceps sural, tendón de Aquiles y planta del pie, de gran importancia en la marcha, equilibrio y bipedestación.

Sintomatología

Dolor punzante sobre todo a primeras horas de la mañana ya que la fascia en reposo se hace ‘’más corta’’, focalizándose este dolor cerca del talón en la zona más interna, empeorando después de la realización del ejercicio.

Factores de riesgo

  • Edad: más común entre los 40 y 60 años de edad. Siendo más frecuente en mujeres (uso continuado de zapatos de tacón). 
  • Ciertos tipos de ejercicio: actividades que ejercen mucha presión sobre el telón y los tejidos adheridos, como carreras de larga distancia, ballet y la danza aeróbica. 
  • Mecánica del pie: los pies planos, un arco alto o incluso un patrón normal de caminar pueden afectar la forma en que se distribuye el peso cuando estás de pie y pueden poner más tensión en la fascia plantar. 
  • Obesidad: el exceso de peso ejerce una presión adicional sobre la fascia plantar. 
  • Ocupaciones que te mantienen de pie: trabajos que impliquen muchas horas caminando o de pie sobre superficies duras.

Complicaciones

  • Dolor crónico. 
  • Dificultad a la hora de realizar actividades regulares.
  • Problemas en rodillas, cadera, espalda.

Diagnóstico

A la hora de diagnosticar, mediante radiografía no es necesario realizarla (mediante una radiografía, podemos observar una calcificación del tubérculo postero-interno del calcáneo, lo cual se denomina espolón calcáneo). Es más fácil diagnosticarla mediante un examen físico, revisando si hay áreas de sensibilidad en el pie, valorando la ubicación del dolor.

Tratamiento

En primer lugar, trataremos la fase aguda, disminuyendo la inflamación de la inserción de la fascia, con la cual el paciente mejorará, combinando tanto AINEs como tratamiento fisioterápico. En esta fase también han demostrado ser efectivas técnicas como la EPI (electrolisis percutánea intratisular) o las ondas de choque, además de terapia manual. 

La segunda fase conviene iniciarla lo antes posible, en la cual habría que valorar también la pisada mediante un estudio biomecánico de la marcha o la pisada para valorar si la causa de la fascitis tiene relación con la forma de pisar del paciente. 

Una vez superada la fase aguda, podemos reiniciar la actividad con muchas menos posibilidades de recaída. 

En fisioterapia se pueden optar por varias opciones para su tratamiento: 

  • Liberación miofascial del tejido de la planta del pie. 
  • Estiramientos de aquellas estructuras que influyen en la tensión acumulada en la planta del pie (gemelos y sóleo). 
  • Fortalecimiento de las estructuras propias del pie (musculatura intrínseca), con la finalidad de conseguir aumentar el grado de resistencia de las estructuras ejercitadas para que contribuyan al soporte del arco plantar.
  • Vendaje neuromuscular en el área de la lesión. Da lugar al aumento del flujo sanguíneo y mejora el transporte de la linfa. Esto podría aliviar el dolor de la fascitis plantar. 
  • El vendaje funcional puede evitar inflamación por repetidos impactos, disminuir la tensión de la fascia y provocar relajación de la misma. 
  • Electroterapia para ofrecer una acción analgésica y descontracturante, el TENS o Estimulación nerviosa transcutánea.
  • Termoterapia: combinando frío (mayor utilidad en fase aguda, reduciendo inflamación inicial) y calor (tras la fase aguda, de gran interés la aplicación sobre el tríceps sural para disminuir su tono basal).